domingo, 20 de febrero de 2011

Cosas que me aburren

Me aburren los cansinos, los que se miran el ombligo, los que te contestan diciendo siempre "pues yo".
Me aburre comer sin compañía y comer en general.
Me aburren las películas donde no salen mujeres y las películas cuyo final no se entiende.
Me aburren las canciones de José Luis Perales.
Me aburre la ópera.
Me aburren los Simpson, soberanamente.
Me aburre la gente que no tiene conversación y la que no te deja meter baza.
Me aburren los best-seller. Cuanto más gordos, más me aburren.
Me aburre depender de tantas máquinas.
Me aburre el facebook de mis alumnos.
Me aburre que hablen de fútbol y lo enterado que parece todo el mundo.
Me aburren los realitys.
Me aburren los anuncios que usan el sexo para vender cosas.
Me aburren los padres primerizos.
Me aburre tener que decir diez veces lo mismo. Me aburre que ni diez veces sean suficientes.
Me aburre Mariano Rajoy, me aburre Zapatero, me aburre Mas...
Me aburren los aburridos.
Me aburren los que no lloran y los que lloran sin lágrimas.
Me aburre el invierno.
Me aburre depilarme.
Me aburren las reuniones de vecinos.
Me aburre cocinar.
Me aburre no tener ni un momento para el aburrimiento placentero.

(Imagen: peruinside.com)

La Primera Ley de la Termodinámica

Dice la Primera Ley de la Termodinámica (así, a la bulla) que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
No seré yo quien ponga en tela de juicio las bases de la física y, en consecuencia, las bases de la ciencia, pero para mí tengo que algo falla.
Por ejemplo: de todos es sabido que la energía que tenemos al  levantarnos por la mañana (creada en el hueco de la almohada) se destruye paulatinamente a lo largo del día sin que veamos una transformación productiva (mis listas de colores y agendas diferentes nunca disminuyen, hecho éste que prueba que ninguna transformación se ha operado a mi alrededor como consecuencia de mi despliegue de energía).
Por ejemplo: la energía que ponemos en explicar a nuestros alumnos el concepto más simple se destruye en el choque con sus cerebros sin que veamos que se ha transformado en un conocimiento por su parte.
Por ejemplo: la energía vocálico-gestual que usamos para indicar a nuestros hijos cuál es el sitio donde debe dejarse la ropa sucia se diluye en el aire sin que se transforme en una reacción rápida y diligente para ejecutar la orden.
Por ejemplo: la energía que derrochamos para hacer creer que llevamos el control de las cosas y que no son las cosas las que llevan el control sobre nosotros se destruye cuando inopinadamente la comida se quema, el mantel tiene una mancha y nos pillaron los invitados sin arreglar. Ninguna transformación mágica acontece que nos haga lucir ante los ojos de los demás.
En fín, yo creo que debió ser un problema de transcripción y el enunciado de la ley sería: "La energía se crea y se destruye pero nunca se transforma"