martes, 24 de mayo de 2011

Defender la alegría

Años hay en los cuales la alegría se aleja. Años hay en los cuales las palabras no consuelan, no se encuentran. O quizá se atraviesan, diminutas y duras, en la garganta y en lugar de alivio procuran agonía.
Es el momento entonces de recurrir a las voces bellas, a los poetas, a los que reconcilian con la vida, a aquellos que nos unen, con un hilo, a la esperanza.


"Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
                  y también de la alegría"

Mario Benedetti

(Imagen: val023.blog.com.es)