domingo, 10 de abril de 2011

Llevarse los cascos y contar bien el cambio

Esas dos condiciones eran las indispensables para que una criatura, no hace tanto tiempo, ya estuviera en condiciones de salir a comprar con eficacia.
Una lista de la compra típica, como las que me daba mi madre para el colmado de nuestra calle, podía incluir una botella de leche, dos yogures, un limpiador, medio kilo de patatas y un salchichón.
Con estos u otros encargos parecidos y con los cascos (los envases, en castizo) el angelito se dirigía a la tienda con su cesta. Volvía a su casa con los productos, el trozo de papel de estraza donde se apuntaba la cuenta y el cambio bien contado a su madre. Y fin de  la historia. Sostenibilidad. Implicación familiar. Responsabilidades al nivel de cada uno. Educación en estado puro.

Lo que parecía algo útil y sencillo intentamos reproducirlo con nuestros hijos y se convierte en una intrincada misión de la cual es difícil salir plenamente victorioso.
Veamos. Primer problema: el colmado de la calle ha desaparecido. Si recurrimos al paki, al chino o similar la barrera idiomática o los gustos étnicos pueden hacer que nuestro retoño no pueda solventar con éxito todos los encargos. Segundo: tenemos un super cercano pero la lista de la compra se vuelve un mensaje críptico para nuestro pequeño/a que, desolado y lloroso, intenta descifrar delante de los lineales. Dos yogures hemos escrito pero ¿cero, con salvia, sin frío, trozos, sabor, líquido, probiótico, con cereales, griego, con bífidus, enriquecidos, con fibra, pasteurizados...? Un limpiador pero ¿neutro, multiusos, bajo en COV, ácido, líquido, en polvo, desinfectante, con/sin lejía, desodorizante, desengrasante...? Una botella de leche pero ¿cruda, certificada cruda, pasteurizada, en polvo, condensada, con soja, sin lactosa, con calcio añadido, con calcio natural, con fibra, desnatada, entera, semidesnatada, saborizada, enriquecida...? Patatas pero ¿monalisa, roja, de Prades, de Galicia, nuevas, blancas, harinosas...? Un salchichón pero ¿de ciervo, de jabalí, con pimienta negra, de Vic, ibérico, hígado de Calamocha, cular, curado...? Tercero: con lo que se ha echado en el cesto -aproximadamente y por intuición algo se habrá acertado- nuestro desconsolado hijo intenta pagar en la caja: ¿Tienes uno de veinte, tarjeta del establecimiento, lo llevas justo, la bolsa son 3 céntimos, niño, porqué pita la alarma, qué llevas ahí...?

Abrimos la puerta de casa y lo recibimos en nuestros brazos agradecidas de que aquello que trae se parezca mínimamente a lo que le pedimos y rogamos para nuestros adentros que la experiencia no lo haya traumatizado para siempre jamás. El progreso, complicándonos las cosas.

(Imagen: Henri Cartier Bresson. Calle Moufetard. París 1958)