martes, 7 de junio de 2011

Caminos cortados

La entrada anterior era nostálgica. Tenía añoranza, melancolía y también culpabilidad: dejé de llamar, perdí el contacto, no respondí a mensajes... qué se yo cuántas razones nos alejaron de los amigos. Quizá sólo el tiempo.

Esta entrada, en cambio, es pura tristeza. Pero he de escribirla. Ya vendrá el momento del optimismo y de la alegría.
Es la entrada de los caminos cortados, de las rutas irrecuperables hacia gente que formó parte de nuestra vida. Con ellos se llevaron una parte de nosotros. Con ellos se fueron ocasiones de hablar, de reír, de perdonar y ser perdonados, de criticar, de alabar, de recuperar recuerdos, de planear el futuro, de revivir el pasado...

Añoro a mi madre, a quien nunca fuí capaz de explicarle cómo la quería. Añoro a mi abuela Concepción que me crió con firmeza y desvelo. Añoro a mi abuelo Gonzalo y sus batallitas. Añoro a mi abuela Anica, divertida y ausente. Añoro a mi tío Nicolás, alegre y optimista. Añoro a mi tíos José, Dolores, Nazario, Teresa, Eduvigis... testigos de mi infancia. Añoro a Dori con la que paseé en el verano tantas veces. Añoro a todos los que fueron importantes en la vida de la gente que me importa. Añoro a la gente que no conocí pero que me han hecho como soy. Añoro las vidas que ya nunca se cruzarán con las mías.

(Imagen: vivirconmiopatia.blogspot.com)