sábado, 26 de febrero de 2011

Marco y su madre

En un puerto italiano
al pie de las montañas
vive nuestro amigo Marco
en una humilde morada.
Se levanta muy temprano
para ayudar a su buena mamá.
Pero un día la tristeza
llega hasta su corazón.
Mamá tiene que partir
cruzando el mar
a otro país.


Hasta aquí, bien. Pero, ¿"no te vayas mamá? ¿"no te alejes de mí"? ¿Debe la literatura perder la verosimilitud hasta ese punto? ¿Podemos imaginarnos un preadolescente que va a quedarse tan ricamente liberado del yugo materno preocupado por ello? Estas licencias que se toman los autores son de dudosa utilidad para fomentar el gusto por la lectura.

Vamos a suponer que un tal Marco pueda existir. Vamos a suponer que es un chico responsable que no intenta escaquearse de las labores de apoyo a la familia. Vamos a suponer que su madre se marcha y se queda en casa con su padre (de Rodríguez, ahí es nada) y con su hermano mayor (con ingresos independientes).

¿Cuál es la continuación más adecuada de la historia? ¿Sale el chico corriendo en pos de su madre o se organiza con el resto de los varones de la casa para disfrutar su recién estrenada libertad?
¡Pues resulta que el tal Marco inicia un viaje a otro continente para que su mamá vuelva a casa!

Pero vamos a ver, Marco, alma de cántaro, ¿tú crees que con tu madre cerca podrías aceptar ayuda de desconocidos, hacerte el interrail, montar en carro, llevar siempre la misma ropa, juntarte con gente de malvivir y sobre todo, Marco, podrías ir con un asqueroso mono encima sin lavarte las manos?

(Imagen: forodefotos.com)