jueves, 10 de marzo de 2011

Una preocupación menos

Me dice un amigo, con muy buen criterio, que mi blog es muy pesimista. Así que hoy voy a escribir desde el optimismo, desde la liberación, desde el desahogo, desde el rayo de luz que ha entrado en mi corazón.

Desde que era chiquitita una de mis obsesiones era el pelo. Mi madre me hacía trenzas pero a veces decidía dejármelo suelto y aquella cabeza leonina era insufrible.

Cuando llegué a la adolescencia mi modelo era la chica de Coca-Cola ("Esa chica morena, que acabas de conocer, tiene un aire distinto, el de su sencillez...) pero eso implicaba "toga" hacia la izquierda, "toga" hacia la derecha, para acabar pareciendo que llevaba un casco, liso, pero casco. Sin contar conque el novio tenía que esperarse dos horas en el sofá dándole conversación a la mamá mientras la "toga" surtía su dudoso efecto.

Luego llegó la permanente. Al principio, bien. Pero, claro, cuando el pelo crecía, la cabeza cogía un aspecto de "tejadillo" nada favorecedor.

La madurez me trajo el furor investigador. Aparatos: braun silencio, lissima, cepillos con calor...  Productos: alisadores, rizadores, sérums, voluminizadores (ahora sí se trataba de tener la cabeza leonina), mascarillas varias...

Todo esto lo he llevado como he podido. Con resignación, con paciencia, con desespero, con angustia. Mi entorno me soportaba, me daba la razón, me consolaba cuando venía de la peluquería, me apoyaba en mis experimentos varios... Pero en mi fuero interno  yo intuía que era una enferma, que mi obsesión me hacía tristemente diferente a las demás mujeres.

Pero todo cambió el día en que me compré una plancha para el pelo (Steinhart, fabricada en Hospitalet para más señas) y leí el folleto de instrucciones. Ahí vi la luz. Yo era, soy, normal (bueno, al menos en este aspecto). TODAS las mujeres del mundo se preocupan por el pelo y, lo que es mejor, algunas llevan su obsesión hasta extremos en los cuales yo aún no había caído. Todo el mundo lo sabe, lo acepta y los fabricantes se curan en salud.

Leed el punto 7 del folleto de instrucciones y lo entenderéis.

(Imagen: fotografía propia)