jueves, 24 de marzo de 2011

Mentiras, por favor.

Salvando a los amigos -que se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos- no hay cosa que me asuste más en el trato con el prójimo que cuando éste dice: "Te voy a ser sincero".

Es el preludio de un derechazo. El prólogo de un puñetazo en el estómago, de un gancho a la mandíbula.

No me sea usted sincero, por favor. Deme mentiras que alimenten mi esperanza, que me den margen para la ilusión, que no destrocen mis sueños. Deme mentiras que me sostengan los días y me acunen las noches.


Nada mejor que estar en Babia, en la inopia, en los mundos de Yuppie, en el limbo, en las Batuecas. Nada mejor para vivir feliz que estar in albis, en la luna de Valencia.

Mentiras, por favor. Tómese usted mis preguntas por retóricas. No me las conteste a menos que sea para mentirme. O mejor aún: yo no haré preguntas. No se avance usted a decirme lo que piensa. Y gracias.


(Imagen: http://nomarsky.blogspot.com)