viernes, 25 de febrero de 2011

Personajes (II) Don Quintín, el amargao

He aquí una de las categorías de más difícil acceso.
No cualquiera puede aspirar a ser un Don Quintín, el amargao. Se requiere mucha práctica, muchos años de experiencia en respuestas rápidas y certeras y mucha dosis de mala uva.
Para ser un auténtico amargao no basta con tener mala cara por  la mañana (todos nos miramos al espejo los lunes, ¿verdad?), no basta con tener un mal día y verlo todo negro, no basta con soltarle una puyita a ése de ahí con el cual hoy no tenemos paciencia.
No, ser amargao es un estilo, un objetivo personal, una visión del mundo. Es un todo, es un rasgo y un estado, es una manera de vivir.
El protocolo de detección de un Don Quintín, el amargao debe ser riguroso aunque si la piel se nos eriza cuando estamos al lado de alguien que nos parece que lo es nos dejaremos de protocolos y confirmaremos que hemos encontrado un ejemplar auténtico.
Pero si hay dudas, el protocolo fija que debe ser así en todo momento y con todo el mundo y que no debe dejar resquicio al optimismo ni a la esperanza por más que las cosas vayan a mejor. Sus opiniones y comentarios deben  oscilar entre lo negativo y lo muy negativo, sea para asuntos propios o ajenos. No debe entrar en la broma ni en quitarle hierro a nada: juzga que quien eso hace es un inconsciente o un ignorante.
Veamos.
Llegamos por  la mañana al trabajo y decimos "Buenos días". Su respuesta: "Ya me lo dirás dentro de un rato".
Comentamos en una pausa del trabajo "Tengo un pinchacito aquí en este lado". Su respuesta: "Así empezó un amigo mío, que en paz descanse."
Alguien enseña a su bebé y todos comentan qué mono es. Su respuesta: "Ya crecerá".
Reunión familiar donde se comenta "Parece que el chico no va a suspender tantas". Su respuesta: "Con una que suspenda, va listo".
Sobre la situación económica: "No hay esperanza".
Sobre las revueltas en los países árabes: "Vamos hacia una 3ª Guerra Mundial".
Sobre ecología: "En 20 años no podremos vivir en el planeta".
Sobre las relaciones sociales: "No se puede confiar en nadie".
Sobre la familia: "No trae más que problemas".
Sobre los medios de comunicación: "No hay uno que se salve".
Sobre el trabajo: "Saca lo peor de cada uno".
Sobre las vacaciones: "A los tres días ya te está estorbando todo".
Sobre la música: "Ya no hay canciones como las de antes".
Sobre literatura: "Sólo publican los cuatro taraos de siempre".
Sobre el cine: "Las películas de ahora o dan grima o dan pena".
Y así hasta el infinito.

No admite objeciones del tipo: anímate, ya cambiarán las cosas, tú crees que de verdad podemos ir a peor, sonríe, vamos a tomar algo y nos despejamos, siempre hay cosas por las cuales alegrarte, no será para tanto... Nos mira fijamente  y nos tacha de su lista de personas juiciosas que, evidentemente, son amargaos como él.

Ahora los llaman distímicos. ¡Qué ganas de cambiarle el nombre a las cosas!

(Imagen: Maitena)