jueves, 24 de marzo de 2011

Mentiras, por favor.

Salvando a los amigos -que se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos- no hay cosa que me asuste más en el trato con el prójimo que cuando éste dice: "Te voy a ser sincero".

Es el preludio de un derechazo. El prólogo de un puñetazo en el estómago, de un gancho a la mandíbula.

No me sea usted sincero, por favor. Deme mentiras que alimenten mi esperanza, que me den margen para la ilusión, que no destrocen mis sueños. Deme mentiras que me sostengan los días y me acunen las noches.


Nada mejor que estar en Babia, en la inopia, en los mundos de Yuppie, en el limbo, en las Batuecas. Nada mejor para vivir feliz que estar in albis, en la luna de Valencia.

Mentiras, por favor. Tómese usted mis preguntas por retóricas. No me las conteste a menos que sea para mentirme. O mejor aún: yo no haré preguntas. No se avance usted a decirme lo que piensa. Y gracias.


(Imagen: http://nomarsky.blogspot.com)

3 comentarios:

  1. Tinc la teoria que tota la vida social es fonamenta en la mentida, altrament encara aniríem pitjor. Per això, i després dels anys d'experiència, insistir a escola excessivament en el dubtós valor de la sinceritat em sembla, avui, pot pedagògic i sumament hipòcrita.

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  2. Jo, ara que treballo amb adolescents, em trobo que li donen un valor equivocat a la sinceritat: el valor que es promou des de la televisió, per exemple, de programes tipus "Gran Hermano" i semblants. El jovent diu "es que yo soy muy sincero/a y digo las cosas a la cara". I, a partir d'aquesta frase, són corrosius, agressius i no creuen estar fent mal.

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  3. Estoy totalmente de acuerdo con lo que acabas de subscribir en este artículo.

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