miércoles, 27 de abril de 2011

Las virtudes cardinales de una madre




Quienes tuvimos que estudiar el catecismo recordamos las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. Cuando las recitábamos de memoria no teníamos ni idea de lo que querían decir pero tampoco sabíamos que tendríamos oportunidad de aplicarlas cada día.

Prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar. Esta virtud aplicada a la ciencia maternal nos permite maniobrar con elegancia entre el castigo y la flexibilidad, entre el mimo y los morros, entre la mirada asesina y el perdón sin condiciones.

Justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. La virtud de la Justicia en ciencia maternal se traduce en esperar contando hasta cien antes de hacer con tus hijos lo que te pide el cuerpo, no escatimar los besos de uno en favor de otro y analizar sus razones con la importancia que ellos les conceden.

Fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. La Fortaleza en las madres es la virtud que nos sustenta en las noches de lactancia pero, sobre todo, en el tránsito por la adolescencia filial sin caer en la desesperación.

Templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. Nos ayuda en nuestra tarea materna a no esperar de nuestros hijos que sean Einstein si les gusta la ciencia, Paco de Lucía si tocan la guitarra o Naomi Campbell si se prueban modelitos. Nos controla los anhelos y modera las visiones del futuro.

¿Cómo? ¿Que no os reconocéis en esas madres modelo de Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza? Bienvenidas al club.
Por lo menos que no nos falten las virtudes teologales: Fe en que lo hacemos lo mejor que podemos, Esperanza en tiempos mejores y Caridad para con nosotras mismas. Amén.

(Imagen: fatima.org.pe)

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