miércoles, 18 de mayo de 2011

Envejecer. Tragicomedia en x actos

En la niñez el tiempo es infinito: el reloj no corre en el vestíbulo de la escuela, en las tardes cabe todo, el lunes es un día que jamás llegará, septiembre está en la otra orilla de un océano...
Se transita por la adolescencia con afán, con impaciencia. Cada cumpleaños es un triunfo. Huimos con alegría de la seguridad y los brazos conocidos. Buscamos en otros nuestra imagen, sacrificamos lo seguro por lo incierto. Pero todo con prisa, con prisa infinita, luchando contra el, a nuestro juicio, lento paso del tiempo.
Y así, no llegamos a saber en qué momento, el reloj cambia su ritmo y el fluir lento que nos desesperaba se convierte en una velocidad que nos espanta. Cambiamos sin querer de imagen, de amigos, de convicciones. Se nos resquebrajan los principios y las seguridades junto con la tersura y la firmeza de la piel. Nos despertamos cada día más conscientes de nuestro cuerpo porque hay un achaque nuevo y más conscientes de nuestra alma porque hay una nueva pérdida.
Miramos nuestros álbumes, cada vez más llenos de muertos. Miramos a nuestros hijos, cada vez más lejos de nosotros. Miramos a nuestros amigos, enfrascados en sus problemas. Miramos a nuestro mundo, que nos  comió antes de que nos lo comiéramos. Miramos nuestro trabajo, donde ya sabemos que nada podremos cambiar. Miramos, por fín, nuestros ojos en el espejo y creemos ver a otro. Alguien a quien quizá no hubiéramos dado nuestra confianza en la infancia o alguien que nos hubiera parecido invisible en nuestra adolescencia. Vemos cansancio y atisbamos con ahínco por descubrir la chispa que un día brilló y nos dio fuerza.
Un momento. Ahí está. La veo. Algo hay donde algo hubo. No todo está perdido. Quizá, con la ayuda de quienes nos quieren, todavía quede mucho bueno por vivir. Pero, por favor, ahora lento, lento. Ya no tenemos edad para prisas.
(Imagen: flickriver.com)

3 comentarios:

  1. Yo es que creo que los años de antes duraban más, eran de mejor calidad... No puede ser que ahora se acaben tan pronto.

    ResponderEliminar
  2. Mi abuela decía: "Quien tuvo y retuvo, guardó pa la vejez".
    Yo me pregunto: ¿Qué habrá guardado cada uno para la suya? ¿Qué tuvimos? ¿Qué retuvimos?. Por lo que pueda acontecer, guardemos ganas de envejecer, pero com tú dices: sin prisas.

    ResponderEliminar