sábado, 25 de junio de 2011

Quien escucha, su mal oye

Cuando preguntamos a nuestros preciosos hijitos dónde van, con quién, hasta cuándo, para qué, etc. obtenemos vaguedades, en el mejor de los casos, y miradas asesinas en el peor.
Las respuestas se mueven en un arco que va de los bufidos a los gruñidos pasando por los silencios, los gestos y las risas cómplices con sus hermanos, si los hubiera.
Y sin embargo no tienen pudor en mostrar al mundo cosas íntimas, personales, fotos en posturitas, deseos inconfesables, anhelos secretos, datos y detalles que ni poniéndoles cerillas bajo las uñas nosotros podríamos conseguir.

No saben, por más que se lo decimos, que aquello que ponen en la red es una botella que se lanza al océano, algo sobre lo que se pierde el control y que, como se dice en las películas de polis, en cualquier momento puede ser usado en tu contra.

Esos amigos del alma se perderán en el tiempo; esos amores eternos se diluirán como un azucarillo pero los rastros que han dejado en la red darán y darán vueltas recordando un pasado a veces muy olvidable. Se abren a los desconococidos, a los amigos del alma de un cuarto de hora, a los compañeros de parranda. A los padres no, que están en el lado oscuro, que no les comprenden, que no se enrollan, que les hacen la púa. A los padres, ni agua, que bastantes secretos les han guardado en la infancia y bastantes sueños les han velado (a saber de lo que se enteraron cuando hablaban en sus pesadillas).

Así que daré vueltas en la red, como un satélite desnortado, esperando encontrar alguna explicación de las que se me niegan. O, pensándolo bien, mejor me quedo quietecita que aquello que desconocemos no nos puede hacer daño.


(Imagen: gaturro.com)

3 comentarios:

  1. Gran tema este, bueno incluso para una novela profunda. Andan mi hermano y mi cuñada sufriendo por los besos fotografiados en facebook a cargo de mi encantadora sobrinita adolescente y su amigo del alma. Suerte, dicen, de que de momento saca muy buenas notas.

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  2. ¡Ay! Presumir de los amores siempre ha sido una característica adolescente, como si hubiéramos sido los primeros y los últimos en querer. El problema es que ahora se entera el amigo del alma y el que pasaba por allí.

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  3. Creo que en estas cosas, es mejor no meneallo demasiado para no encontrarte con sorpresas.

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