martes, 30 de agosto de 2011

La sangre con letra entra

Hace unos días me acabé esta camiseta de patchwork  El motivo, una fantástica hada, enseñaba con glamour su lección en una pizarra.

Estuve unos días, mientras festoneaba las diferentes telas, pensando en cuál sería esa lección que me gustaría mostrar al lucir mi camiseta.
Y, de repente, se me encendió una lucecita. ¿Qué frase había marcado toda una época en la educación, había arruinado la ilusión de muchos por aprender y de no pocos por enseñar?: "La letra con sangre entra".
Y por eso la lección debía ser clara: "La sangre con letra entra".
Porque lo que yo quiero reivindicar, mostrar, propagar, difundir, compartir... es que es la letra -el saber, la lectura, el aprendizaje, la enseñanza,el modelaje- la que hace la sangre -hace crecer, desarrolla, hace persona, amplía la mente y los horizontes, da fuerza y valor, templanza ante el destino y consuelo ante la adversidad-.

Esta entrada está dedicada a todos aquellos. maestr@s, profesor@s, padres y madres, amig@s, consejer@s... que confían en que lo que enseñan con paciencia y amor dé sus frutos en forma de vidas mejores, más justas y más felices. A pesar de las dificultades, a pesar del desconsuelo de muchos momentos.

(Imagen: fotografia personal)

3 comentarios:

  1. Me acojo a la dedicatoria. Muchas gracias.
    El nuestro es un oficio de enseñar a vivir al mismo tiempo que enseñar a leer, a escribir, a restar o a sumar. Participamos del desarrollo de personas y las acompañamos en sus primeras etapas de formación.
    Un oficio entregado.
    Por cierto, las andaduras en el patchwork: geniales!!!
    Besos.

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  2. He perdido la fe, se hace lo que se puede y luego sale lo que sale. Recuerdo un viejo director de mis tiempos que había pasado muchas cosas y en una ocasión me dijo que no creía demasiado en la educació ya que en un pueblo tan culto como el alemán pasó lo que pasó. Lo mejor es hacer lo mejor que se pueda en el presente y no esperar milagros, incluso aceptar que los resultados puedan ser contrarios a lo esperado.

    Cosa que a veces incluso es buena, ni la escuela franquista dió sólo franquistas ni la comunista sólo estalinistas, aunque tenían buenos instrumentos para conseguirlo.

    Ha habido analfabetos buenísimos y personas bien educadas, de forma abierta, democrática y afectuosa que se han convertido en monstruitos.

    Quizá la educación ha padecido un exceso de mitología y filosofía pedagógica. Los hijos de maestros salen como los otros, buenos, malos, indiferentes y normalitos.

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  3. ¡Ay, Júlia, qué desanimada te veo! No me asustes.

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